Ryszard Kapuscinski, periodista de raza dijo un día:”Para ser buen periodista primero hay que ser buena persona, ser capaz de sentir empatía con el prójimo”. Bien, dicho esto considero que no debe haber muchos individuos que puedan llamarse a sí mismos buenos periodistas. El mito de esta profesión es ser un héroe, un aventurero, un todoterreno, un hombre orquesta, ese que sabe hacer de todo y en realidad no sabe de nada. Pues para eso únicamente te prepara la vida, la experiencia. El olfato periodístico se consigue a cada paso, tras un largo camino, con tiempo, sólo hay que saber esperar.
Todos sabemos que lo primero que te enseñan es la gran mentira de ser objetivo, contrastar fuentes y confirmar datos, pero… ¿Cómo hacer esto ante la sociedad del ya y ahora o ante las presiones políticas de las cadenas y periódicos?, ¿cómo no manipular (llamémosle de forma eufemística adaptar contenido) la información sí te juegas el pan de tus hijos?, y lo más importante, ¿cómo ser buena persona y cumplir con tu trabajo ante tales restricciones?
El individuo llamado redactor no es una maniquí que pueda dejar sus pensamientos, juicios éticos y moral a un lado y tratar de ser objetivo cuando a unos señores les interese. Pues hay en el tapete tantos entresijos sin resolver y que afectan deliberadamente a nuestra profesión que parece mentira que seamos nosotros los guardianes de la verdad, la palabra, y por efecto rebote, de la cultura.
Es evidente que ante tal panorama decidamos buscar algo cómodo, cerrar los ojos y mirar para otro lado, pero sí haces esto, ¿no habrás enterrado los ideales que te hicieron empezar en eso que llaman el periodismo?, ¿no estarás traicionando tu alma por acabar metido en una espiral de convencionalismos?,¿no se habrá fugado la magia y la ilusión que te hacían creer que todo valía la pena con tal de ser un soldado de calle?.
En mi opinión, habremos fracasado como profesión. No hace falta ser un gran periodista yendo a conquistar tierras lejanas y contando grandes conflictos bélicos, pero sí que puedes, al menos, tratar de comprender a las personas. Hay que aprender a buscar más allá de lo sorprendente, el titular simpático o amarillista, la noticia fácil y encontrar el contexto, los matices y el cómo de la acción que se ha convertido en noticia.
Parece difícil que ante tanta precariedad laboral, intrusismos innecesarios y salarios ínfimos, una persona sea capaz de levantarse cada día buscando el cómo de las cosas cuando no podemos entender el porqué se permite que sea así la situación actual de nuestro gremio. Tenemos que luchar por cambiar el escenario y sólo con esfuerzo y grandes decepciones cambiará. Si únicamente alguien nos escucha, nos lee o nos ve, algo habremos hecho bien.
¿Estamos preparados para aguantar ?. Yo creo que se puede superar amparándonos en lo anterior. Sí conseguimos despertar en alguien una pizca de curiosidad, informar sobre hechos verificados o trasmitir confianza a nuestros lectores y por efecto consolidar nuestra credibilidad, seremos periodistas de raza. Como decía Gabriel García Márquez, y aunque discrepo en un matiz, “El periodismo es el mejor oficio del mundo”.